西班牙语经典:一千零一夜(36)
Y entonces el bisabuelo se salía de sus casillas. No podía ponerse de acuerdo con Federico, pero tampoco podían separarse, de igual manera que la época vieja y la nueva. Bien se dieron cuenta ellos dos y la familia entera, cuando Federico hubo de emprender un largo viaje a América. Aunque los viajes eran cosa corriente en la familia, aquella separación resultó bien difícil para el bisabuelo. ¡Sería tan largo aquel viaje! Todo el océano de por medio, hasta llegar al otro continente.
-Recibirás carta mía cada quince días -le dijo Federico-. Y más de prisa que las cartas te llegarán los telegramas. Los días se vuelven horas, y las horas, minutos.
Llegó un saludo por el hilo telegráfico el día en que Federico embarcó en Inglaterra. Más rápido que una carta -ni que hubiesen actuado de correo las raudas nubes- llegó un saludo de América, al desembarcar en ella Federico. Fue unas pocas horas después de haber puesto pie en tierra firme.
-Realmente, es una idea de Dios regalada a nuestros tiempo -dijo el bisabuelo-, una bendición para la Humanidad.
-Y según me dijo Federico, estas fuerzas naturales se descubrieron en nuestro país -observé.