西语阅读精选资料之《格林童话集》36
分类: 西班牙语
时间: 2023-08-16 03:37:34
作者: 全国等级考试资料网
érase una vez un caballero muy elegante, que por todo equipaje poseía un calzador y un peine; pero tenía un cuello de camisa que era el más notable del mundo entero; y la historia de este cuello es la que vamos a relatar. El cuello tenía ya la edad suficiente para pensar en casarse, y he aquí que en el cesto de la ropa coincidió con una liga.
Dijo el cuell
-Jamás vi a nadie tan esbelto, distinguido y lindo. ?Me permite que le pregunte su nombre?
-?No se lo diré! -respondió la liga.
-?Dónde vive, pues? -insistió el cuello.
Pero la liga era muy tímida, y pensó que la pregunta era algo extra?a y que no debía contestarla.
-?Es usted un cinturón, verdad? -dijo el cuello-, ?una especie de cinturón interior?. Bien veo, mi simpática se?orita, que es una prenda tanto de utilidad como de adorno.
-?Haga el favor de no dirigirme la palabra! -dijo la liga-. No creo que le haya dado pie para hacerlo.
-Sí, me lo ha dado. Cuando se es tan bonita -replicó el cuello no hace falta más motivo.
-?No se acerque tanto! -exclamó la liga-. ?Parece usted tan varonil!
-Soy también un caballero fino -dijo el cuello-, tengo un calzador y un peine.
Lo cual no era verdad, pues quien los tenía era su due?o; pero le gustaba vanagloriarse.
-?No se acerque tanto! -repitió la liga-. No estoy acostumbrada.
-?Qué remilgada! -dijo el cuello con tono burlón; pero en éstas los sacaron del cesto, los almidonaron y, después de haberlos colgado al sol sobre el respaldo de una silla, fueron colocados en la tabla de planchar; y llegó la plancha caliente.
-?Mi querida se?ora -exclamaba el cuello-, mi querida se?ora! ?Qué calor siento! ?Si no soy yo mismo! ?Si cambio totalmente de forma! ?Me va a quemar; va a hacerme un agujero! ?Huy! ?Quiere casarse conmigo?
-?Harapo! -replicó la plancha, corriendo orgullosamente por encima del cuello; se imaginaba ser una caldera de vapor, una locomotora que arrastraba los vagones de un tren.
-?Harapo! -repitió.
El cuello quedó un poco deshilachado de los bordes; por eso acudió la tijera a cortar los hilos.
-?Oh! -exclamó el cuello-, usted debe de ser primera bailarina, ?verdad?. ?Cómo sabe estirar las piernas! Es lo más encantador que he visto. Nadie sería capaz de imitarla.
-Ya lo sé -respondió la tijera.
-?Merecería ser condesa! -dijo el cuello-. Todo lo que poseo es un se?or distinguido, un calzador y un peine. ?Si tuviese también un condado!
-?Se me está declarando, el asqueroso? -exclamó la tijera, y, enfadada, le propinó un corte que lo dejó inservible.
-Al fin tendré que solicitar la mano del peine. ?Es admirable cómo conserva usted todos los dientes, mi querida se?orita! -dijo el cuello-. ?No ha pensado nunca en casarse?
-?Claro, ya puede figurárselo! -contestó el peine-. Seguramente habrá oído que estoy prometida con el calzador.
-?Prometida! -suspiró el cuello; y como no había nadie más a quien declararse, se las dio en decir mal del matrimonio.
Dijo el cuell
-Jamás vi a nadie tan esbelto, distinguido y lindo. ?Me permite que le pregunte su nombre?
-?No se lo diré! -respondió la liga.
-?Dónde vive, pues? -insistió el cuello.
Pero la liga era muy tímida, y pensó que la pregunta era algo extra?a y que no debía contestarla.
-?Es usted un cinturón, verdad? -dijo el cuello-, ?una especie de cinturón interior?. Bien veo, mi simpática se?orita, que es una prenda tanto de utilidad como de adorno.
-?Haga el favor de no dirigirme la palabra! -dijo la liga-. No creo que le haya dado pie para hacerlo.
-Sí, me lo ha dado. Cuando se es tan bonita -replicó el cuello no hace falta más motivo.
-?No se acerque tanto! -exclamó la liga-. ?Parece usted tan varonil!
-Soy también un caballero fino -dijo el cuello-, tengo un calzador y un peine.
Lo cual no era verdad, pues quien los tenía era su due?o; pero le gustaba vanagloriarse.
-?No se acerque tanto! -repitió la liga-. No estoy acostumbrada.
-?Qué remilgada! -dijo el cuello con tono burlón; pero en éstas los sacaron del cesto, los almidonaron y, después de haberlos colgado al sol sobre el respaldo de una silla, fueron colocados en la tabla de planchar; y llegó la plancha caliente.
-?Mi querida se?ora -exclamaba el cuello-, mi querida se?ora! ?Qué calor siento! ?Si no soy yo mismo! ?Si cambio totalmente de forma! ?Me va a quemar; va a hacerme un agujero! ?Huy! ?Quiere casarse conmigo?
-?Harapo! -replicó la plancha, corriendo orgullosamente por encima del cuello; se imaginaba ser una caldera de vapor, una locomotora que arrastraba los vagones de un tren.
-?Harapo! -repitió.
El cuello quedó un poco deshilachado de los bordes; por eso acudió la tijera a cortar los hilos.
-?Oh! -exclamó el cuello-, usted debe de ser primera bailarina, ?verdad?. ?Cómo sabe estirar las piernas! Es lo más encantador que he visto. Nadie sería capaz de imitarla.
-Ya lo sé -respondió la tijera.
-?Merecería ser condesa! -dijo el cuello-. Todo lo que poseo es un se?or distinguido, un calzador y un peine. ?Si tuviese también un condado!
-?Se me está declarando, el asqueroso? -exclamó la tijera, y, enfadada, le propinó un corte que lo dejó inservible.
-Al fin tendré que solicitar la mano del peine. ?Es admirable cómo conserva usted todos los dientes, mi querida se?orita! -dijo el cuello-. ?No ha pensado nunca en casarse?
-?Claro, ya puede figurárselo! -contestó el peine-. Seguramente habrá oído que estoy prometida con el calzador.
-?Prometida! -suspiró el cuello; y como no había nadie más a quien declararse, se las dio en decir mal del matrimonio.