-Lo siento, pero ya no me perteneces -dijo el ni?o-. Te he regalado, y tienes que quedarte. ?No lo comprendes?Entró el viejo con una caja que contenía muchas cosas maravillosas: una casita de yeso,
-Es muy posible que sea el mismo soldado -dijo-. Lo guardaré y pensaré en todo lo que me has contado. Pero quisiera que me llevases a la tumba del viejo.-No sé dónde está -contestó él-, y no lo
Alrededor del jardín había un seto de avellanos, y al otro lado del seto se extendían los campos y praderas donde pastaban las ovejas y las vacas. Pero en el centro del jardín crecía un rosal tod
-No, no, de ningún modo -dijo el caracol-. El mundo no existe para mí. ?Qué tengo yo que ver con el mundo? Bastante es que me ocupe de mí mismo y en mí mismo.-?Pero no deberíamos todos dar a los
1. - Cómo empezó la cosaEn una casa de Copenhague, en la calle del Este, no lejos del Nuevo Mercado Real, se celebraba una gran reunión, a la que asistían muchos invitados. No hay más remedio que
?Debe anunciar una colección de arte, y se habrán olvidado de quitar el cartel?, pensó.Pasaron por su lado varias personas vestidas con el traje de aquella época.??Vaya fachas! Saldrán de algún
??Pero esto es espantoso, no reconozco la calle del Este, no hay ninguna tienda! Sólo veo casas viejas, míseras y semiderruidas, como si estuviese en Roeskilde o Ringsted. ?Yo estoy enfermo! Pero de
-No -rectificó el otro-. No es de Heiberg, sino de Godofredo de Gehmen.-Ya. ?Así, éste es el autor? -preguntó el magistrado-. Es un nombre antiquísimo; así se llama el primer impresor que hubo e
Al expresar este deseo, obró el hechizo de los chanclos que se había calzad el vigilante nocturno pasó a convertirse en el teniente. Se encontró en la habitación alta, con un papel color de rosa
Se volvió a sentar y a dar cabezadas; el sue?o no lo abandonaba, pues aún llevaba los chanclos puestos. Una estrella errante surcó el cielo.??Allá va! -dijo-, pero, ?qué importa, con las que hay!