érase una vez un comerciante tan rico, que habría podido empedrar toda la calle con monedas de plata, y aún casi un callejón por a?adidura; pero se guardó de hacerlo, pues el hombre conocía mejo
-Bien, no traeré más regalo de boda que mis cuentos -respondió él, y se despidieron; pero antes la princesa le regaló un sable adornado con monedas de oro. ?Y bien que le vinieron al mozo!Se marc
-?Hablas demasiado! -intervino el eslabón, golpeando el pedernal, que soltó una chispa-. ?No podríamos echar una cana al aire, esta noche?-Sí, hablemos -dijeron los fósforos-, y veamos quién es
Era una curiosidad muy natural.?Qué cosas contaba la gente! Cada una de las personas a quienes preguntó había presenciado el espectáculo de una manera distinta, pero todos coincidieron en califica
Y vino el cometa: brilló con su núcleo de fuego, y amenazó con la cola. Lo vieron desde el rico palacio y desde la pobre buhardilla; lo vio el gentío que hormiguea en la calle, y el viajero que cr
La mayoría de los que lo dijeron habían muerto, en efecto, cuando apareció de nuevo. Pero el ni?o cuya muerte, al creer de su madre, había sido pronosticada por la viruta de la vela, estaba vivo a
Ora sonaban melodías del primer baile, un minueto y una polca, ora notas suaves y melancólicas que hacían asomar las lágrimas a los ojos del anciano. Ya era una marcha guerrera, ya un cántico rel
Vivían en un pueblo dos hombres que se llamaban igual: Colás.Pero uno tenía cuatro caballos y el otro solamente uno. Para distinguirlos llamaban Colás el Grande al de los cuatro caballos y Colás
-Puedo dormir allá arriba -dijo Colás el Chico, al ver el tejadillo-; será una buena cama. No creo que a la cigüe?a se le ocurra bajar a picarme las piernas -pues en el tejado había hecho su nido
-?Chit! -dijo Colás al saco, al mismo tiempo que volvía a pisarlo y producía un chasquido más ruidoso que el primero.-?Oye! ?Qué llevas en el saco? -preguntó el due?o de la casa.-Nada, es un bru